Josep Puigmartí, emplea y experimenta con todo tipo de materiales. En su carrera profesional reconocida en todo el mundo, se podria decir que consta de varias etapas relacionadas con sus circunstancias:
sus grandes amores en diferentes países, que le han marcado en su obra, ya fuese por una gran pasión o la destrucción que le ha ocasionado el mismo amor.
Cualquier objeto puede convertirse en arte en manos de un artista. Buena prueba de ello son las obras con materiales recogidos de la calle y de desguaces que Josep Puigmarti crea con su personal estilo. Latas de bebidas, papeles, cartón, neumáticos, bidones, aerosoles, muebles viejos e incluso pan seco se convierten en esculturas con vida propia que transmiten la manera de ver el mundo de su creador.
Es uno de los artistas más prolíficos de la plástica catalana de la segunda mitad del siglo XX. Su vida, al igual que su obra, es una aventura continua, transgresora, original y que no deja a nadie indiferente. Sus cuadros y esculturas representan su original forma de pensar y de vivir.
Su lema “Yo no busco nada, encuentro” lo ha aplicado a todas las facetas de su existencia. Ha sido modelo publicitario con un look de artista del celuloide años 50-60, bohemio -o vagabundo por el mundo, tal y como le gusta a él definirse-, asiduo a fiestas, seductor, espontáneo y por encima de todo ello, artista, un artista de pies a cabeza que se ha aventurado en estilos como el esquematismo expresionista, el erótico, el pop art e incluso el surrealismo.
Pero una de sus etapas menos conocidas es la de escultor de obras –o cosas, como a él le gusta llamarlas- creadas con objetos que los demás abandonamos por considerarlas inservibles.
A finales del año 89, después de vivir y viajar por medio mundo, Josep Puigmarti volvió a España, a Sitges concretamente, junto a ese mar Mediterráneo al que considera su casa.
La experiencia acumulada en París, California, Suecia, Dinamarca o Japón viviendo la vida y el arte a su manera le dan una perspectiva del mundo que pocas personas poseen. Entonces empieza una nueva etapa artística. Cambia la pintura por la escultura y lo hace de una forma también peculiar: la materia prima que utiliza la recoge de la calle, de los desguaces, amontona objetos que parecen inútiles en su estudio. Pero en sus manos, el cartón, el papel, las latas de bebidas, los aerosoles, los bidones, los neumáticos, los muebles viejos, la madera, los electrodomésticos, se convierten en una pieza viva que transmite toda su fuerza y forma de ver el mundo.
“Cada pintor o escultor tiene que buscar la materia que le vaya bien”, comenta Puigmarti aunque en su caso cualquier objeto abandonado tiene una función mientras está trabajando. “Yo sería feliz viviendo al lado de un vertedero, necesito acumular material en mi estudio ya que cuando trabajo no tengo ninguna idea predeterminada, la obra va surgiendo de forma espontánea y utilizo todo lo que tengo a mano.”
“Cada pintor o escultor tiene que buscar la materia que le vaya bien”, comenta Puigmarti aunque en su caso cualquier objeto abandonado tiene una función mientras está trabajando. “Yo sería feliz viviendo al lado de un vertedero, necesito acumular material en mi estudio ya que cuando trabajo no tengo ninguna idea predeterminada, la obra va surgiendo de forma espontánea y utilizo todo lo que tengo a mano.”
Fuente. blogs de Josep Puigmarti
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